Se construye en 1742, en época de Felipe V. Según una lápida que existía se trata de una reedificación de otra puerta que habría en el mismo lugar, y se hace debido al arreglo que se llevó a cabo en la rampa de bajada del Puente Viejo, cuyo declive era tan pronunciado que resultaba muy dificultoso para los carruajes e, incluso, para los peatones. Así se pensó allanar este camino haciéndolo más largo, pero más suave y llevadoro.
Esta obra consiste en un arco doble de sillería con un ático trapezoidal terminado en frontoncillo curvo donde se encontraría la lápida con un escudo en el centro de una de las caras. Coronado con tres pináculos. En un lateral tiene un asiento de piedra, como descansadero de la pronunciada cuesta, que el pueblo lo bautizó como Sillón del Rey Moro.
Hasta la construcción del Puente Nuevo, este era el paso obligado entre el Mercadillo y la Ciudad, lo que hacía muy penoso el acceso por esta zona.