Convento de la Merced

Es el último convento que se construyó tras la conquista castellana, finales del siglo XVI. Se edificó en todo lo alto del Mercadillo, en una zona totalmente desierta. Habitado por los Mercedarios de San Jorge, cerca del cual existía una ermita con un cortijo al lado que se destinó a hospital de peregrinos y hospicio de pobres, bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Cerca de este convento había un cementerio que se abandonó a mediados del siglo XIX, al igual que otro que estaba en una ermita dedicada a Santa Quiteria, entre la plaza de la Merced y la del Socorro.

Más tarde fue habitado por las Carmelitas Descalzas.

La fachada consta de tres calles de mampostería divididas por pilastras de ladrillo. La portada es de piedra con arco de medio punto de rosca moldurada y jambas de casetones. El arco está enmarcado por pilastras cajeadas con capiteles acanalados rematados por pirámides. En el lado derecho de la fachada se sitúa la torre-campanario octogonal de ladrillo revocado, que imita sillería de piedra.

Posee tres naves, la central se cubre con bóveda de cañón. Sobre los arcos se abren balconcillos de escaso resalte, con vanos cubiertos de celosía de madera, flanqueados por una moldura geométrica. El crucero se cubre con cúpula de tambor con ventanillas pareadas. El presbiterio, rectangular, se cubre con bóveda de cañón con lunetos. Lleva un camarín cuadrado, con bóveda de media naranja y decoración pictórica.

En su interior se custodia un Relicario de plata dorada con incrustaciones de piedra preciosas, que contiene la mano de Santa Teresa, del siglo XVII. Posee también una bellísima imagen de una Dolorosa, bajo la advocación de la Soledad. Y a destacar, los óleos sobre lienzo de Fray Agustín Leonardo y Sema de Argensola, que representan escenas de la vida de San Pedro Nolasco, del siglo XVII.

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