Iglesia Mayor

Uno de los rasgos representativos de las ciudades castellanas era una plaza mayor donde se desarrollaba la vida administrativa, comercial y social de la ciudad. Abriéndose, por este motivo, lo que hoy conocemos como Plaza Duquesa de Parcent. Plaza que no tiene la forma con la que ha llegado hasta nuestros días, ya que con motivo de la visita de Godoy se adecentó y se cambió su morfología. Como eje central de la misma se erigió la Iglesia de Santa María de la Enacarnación Mayor, en el solar que había ocupado la mezquita aljama de la Runda musulmana. Aunque la entrada se invierta, puesto que el acceso a la mezquita estaba en lo que hoy es la cabecera de la iglesia, ya que en las mezquitas el muro de qibla se sitúa en dirección a la Meca. La fachada de la iglesia se adosará al muro de qibla, en el que todavía se conserva el mihrab.

 

Es el edificio religioso más importante de la Ronda cristiana, a manera de catedral: «ad instar catedralis hispalensis», según consta en los documentos funcionales. Las obras para su terminación fueron largas y se continuarán en los siglos posteriores, por lo que presenta en toda su edificación una mezcla de estilos.

 

Su torre es mudéjar, construida sobre la base de un minarete y rematada por un precioso campanario renacentista. Es entera de ladrillo, de planta cuadrada y con cuatro cuerpos, los dos primeros separados por unas líneas de impostas. Es el segundo se abre un arco de medio punto sobre el que se sitúa un balcón corrido con dos arcos de medio punto enmarcados por alfiz. A la torre se adosa una pequeña capilla de mampostería y ladrillo, que se cree perteneció a la antigua mezquita.

 

En su parte derecha se encuentran unas preciosas balconadas, construidas en el reinado de Felipe III, desde donde la aristocracia local y las autoridades disfrutaban los juegos de caballería, las corridas de toros y otros actos públicos que se organizaban en esta plaza.

 

Una vez en el interior, entrando a la derecha, se encuentra el Mirhab de la antigua mezquita, con decoraciones y arabescos nazaríes. Estos muros de la mezquita probablemente, se cree que acogieron con anterioridad un templo romano.

 

Después de la conquista, fue convertida en iglesia inmediatamente bajo la advodicación de Santa María de la Encarnación, una de las colocaciones creadas, de la que era muy devota la reina Isabel.

 

Tenía casi los mismos honores que se le otorgan a una catedral, como ya hemos dicho, con ciertas facultades para nombrar párrocos, hasta el concordato de 1851 en que fue reducida a Iglesia Mayor.

 

En su estructura arquitectónica aparecen dos estilos claramente diferenciados, debido a lo dilatada que fue su construcción: en la parte sur, gótico tardío de finales del XV; y en la parte norte, renacentista, tras la restauración que se acometió, debido al terremoto que sufrió la ciudad en 1580.

 

De la época barroca, del siglo XVIII, está el precioso retablo del Sagrario; a su izquierda hay un altar churrigueresco, con una Dolorosa atribuida a la Roldana. Mientras que a su derecha, pintado por el rondeño José de Ramos, en 1798, podemos observar un gigantesco fresco del patrón de la ciudad, San Cristóbal.

 

La sillería del Coro de estilo plateresco, de una gran calidad en sus tallas, con veinticuatro santos, divide la iglesia en dos. El trascoro está ocupado recientemente por un soberbio retablo realizado en bronce del “Vía Lucis Mariano”, del escultor Francisco Parra. El altar mayor, que se encuentra en la parte renacentista, lo ocupa un baldaquino de pino rojo sin policromar de una grandísimo valor artístico, que estaba en un lateral en el altar del Sagrado Corazón, y se trajo al centro después de que en 1936 fuese destruido el que realizó en 1727, Esteban de Salas.

 

Con respecto a sus puertas, de la antigua fachada de la parte gótica aún se conserva el arco apuntado que se pude observar entrando por la pequeña puerta que existe en la torre, la única que da a la plaza.

 

Existen cuatro portadas, dos en la construcción antigua y dos en la más moderna. La más antigua es la situada en el lado del Evangelio, que lleva arco de medio punto entre pilastras que sostienen un frontón partido y pirámides. La portada del lado de la Epístola es de 1766, con arco de medio punto con rosca almohadillada con decoración de rosetas; el arco se enmarca con pilastras que sostienen un entablamento dórico con brucáneos.

 

Las portadas de la parte moderna se adaptan a la forma convexa de las capillas, también se articulan con arcos de medio punto, realizadas al gusto manierista, la más decorada queda encerrada en una calle pequeña y estrecha. Son muy interesantes los aleros con canes de piedra que representan cabezas monstruosas de origen medieval.

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