Es en la época musulmana cuando en Ronda se afianza realmente su sistema defensivo, donde alrededor de su castillo se consolida una importante ciudad, que por su situación, alcanzaría una gran importancia militar y estratégica que nunca perderá, como punto de enlace entre Gibraltar y África. Su papel de intermediaria controlando las relaciones de Andalucía oriental con el estrecho y el bajo Guadalquivir queda claro desde este momento. Su asentamiento responde, pues, a razones defensivas.
La defensa de Ronda estaba compuesta por un elemento natural como era el propio precipicio del Tajo que por sí solo bastaba para defender la ciudad por la ladera del norte y parte de poniente, haciendo la función de foso que llega a alcanzar los 100 m de profundidad por su parte más abrupta. A poniente estaba reforzada por un trozo de muralla que guardaba los molinos y batanes situados al fondo del río y la albacara, lugar destinado a cobijar el ganado en caso de peligro. Este cinturón de poniente formaba redientes y estaba unido por la derecha al precipicio, mientras que por la izquierda daba a un risco escarpado que le unía al recinto principal. Tenía dos puertas, la Puerta del Viento con un arco escarzano de ladrillo, por donde se sube por una cuesta al Campillo, y la Puerta de los Molinos, más tarde llamada Arco del Cristo, por una hornacina que se hizo posteriormente donde se encontraba una imagen de Cristo; ésta estaba situada más abajo, de mampostería caliza, formada por tres arcos situados en el mismo eje. Los dos arcos exteriores son de ladrillo, de herradura y enjarjados, enmarcados por un alfiz.
Por el sur, el recinto murado se hacía aún más fuerte por ser la parte más indefensa y el acceso más fácil. Aquí, precisamente se instaló el Castillo que ocupaba la parte más elevada de la ciudad. Y bajo el castillo, dentro del recinto murado, se encontraba el Barrio Alto, hoy llamado Barrio del Espíritu Santo, donde se hallaba la puerta principal y más monumental: la Puerta de Almocábar, por ser cercana al cementerio musulmán (también llamada Puerta de Ximena, de San Francisco, de la Alameda o de Los Caños). Su construcción data de finales del siglo XIII, principios del XIV. Tiene a ambos lados dos torres circulares, propias de este tipo de puertas, con triple arco de entrada. Poseía en época nazarí un rastrillo, una gran reja de hierro situada en la ranura tras el arco, embutido, que se dejaba caer para interceptar el hueco, en caso de ataque, y proteger la entrada. En el siglo XVI, ya en época cristiana, de Carlos V, se añadió una puerta de estilo renacentista, que tras la restauración de 1965 fue desplazada a la izquierda de la árabe. Sobre las torres, formando cruces, se pueden observar unas piedras redondas incrustadas en el muro, que son algunas de las que utilizaron la artillería castellana para la conquista de Ronda.
Esta gran puerta daba paso al Barrio del Espíritu Santo, desde donde arrancaba la antigua calle de las Imágenes, que pasaba por debajo de una gran torre y desembocaba en la puerta del mismo nombre, que era la única entrada por este lado de la medina musulmana, la cual tenía un puente levadizo y un rastrillo.
Por la parte del este y noroeste, la fuerte pendiente y la cañada del arroyo de las Culebras, servían de foso. En esta zona se distingue una triple muralla. De la primera quedan importantes restos aún, y protegían los Barrios Alto (del Espíritu Santo) y Bajo (o de las Curtidurías o de San Miguel). La segunda era la que circundaba la ciudad y se levanta en lo alto de la pendiente rocosa, cuyos muros y torreones están empotrados en las casas y se observan algunos arcos volteados para salvar las grietas de la roca. Y por, último las casas fortificadas, que constituían como una tercera muralla.
Por el lado de levante, la entrada a la medina se hacía por la Puerta de la Puente (hoy desaparecida), llamada así por estar al lado del Puente de las Curtidurías o Árabe.
En 1742, en época cristiana se levanta la Puerta de Felipe V, parece ser en el mismo lugar que ocupaba otra de época musulmana, que en un lateral tiene un asiento de piedra, como descansadero de la pronunciada cuesta, que el pueblo lo bautizó como Sillón del Rey Moro.
También se encuentra en esta parte la Puerta de la Cíjara o Zixara, que servía de comunicación entre el Barrio Bajo y la Ciudad. Existe también, cerca de la Iglesia del Espíritu Santo, dentro de un recinto privado, la Puerta de Espartero o de las Mancebías, que servía de comunicación entre los barrios Alto y Bajo.
Las murallas de Ronda, que convierten a nuestra ciudad en una auténtica fortaleza inexpugnable, fueron restauradas en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, debido a las acciones guerreras y a la influencia del paso del tiempo que las deterioraban.
El sistema defensivo de Ronda se enlazaba a su vez con el frente fortificado que formaba una red de fortalezas al oeste y norte del reino nazarí, distantes entre sí unos 10 Km., que partía del estrecho de Gibraltar, seguía por la zona de Cañete, Teba, Campillos, Valle del Genil, para tomar la dirección oeste-este atravesando la región que se extiende entre Jaén y Granada, hasta llegar a las sierras de Segura y de la Sagra.
Las fortalezas, torres, atalayas, alquerías y cortijos fortificados del sector occidental del Reino de Granada, formaban una tupida red defensiva, destacando las fortalezas de Málaga, Marbella y Ronda.